Te escribí tantas veces, pensándote, queriendo con mi lápiz hacerte real, pero no estás y ya no puedo aferrarme a ti, a tu idea, que es lo único que me recuerda que una parte de mí, alguna vez, se sintió completa. Ahora, todo se siente demasiado lejano, como si nunca hubiera pasado, los recuerdos están tan enterrados, que incluso, todo lo que los rodeaba, se volvió parte de un sueño. Y es que, aquel año de mi vida se borró completamente, las personas, los paseos, las sonrisa, aquel sentimiento de felicidad, de que la vida tenía sentido y por un momento, por aquellos instantes, valía la pena vivirla. Todo se volvió oscuro y quizás por eso, cada vez que salgo a la calle, camino con la esperanza de encontrarte, porque todo lo que te incluye, atrae en mí un poco de esa luz que alguna vez me envolvió.
Y es que ya no sé lo que me pasa, me siento vacía, como si hubieran arrancado una parte importante de mi vida; como si ya no pudiera avanzar sin mi pasado, que se repite día a día, lo vivo incluso más que mi presente, pues no soy capaz de sentir los momentos míos, me siento fuera de tiempo, como si la vida pasara frente a mis ojos sin realmente sentirla. Me siento atrapada en los recuerdos, aferrándome a la idea de que no los inventé, de que realmente formaron parte de mi historia.
Solo puedo sentir mío el dolor, aquel que me consume desde que tengo 16 años, aquel que nunca debió formar parte de mi vida, porque su causa solo se justifica en un prejuicio irracional, producto de una sociedad ciega de machismo y heteronormatividad. Y es que me da rabia, porque me robaron la juventud junto con las ganas de vivir, ahora, solo soy un estropajo lleno de angustia y soledad innecesaria, que hace del cuerpo una lucha, que hace del día a día, una guerra, porque el aislamiento y la violencia, destruyeron todas las armas para reconstruirse.
Hubo una época en la que me obligué a sentirme atraída por los hombres, estaba destrozada, mi familia me había quebrado y estaba sola. Al principio no fui capaz de reconocer ese impulso, pensaba que me estaba comenzando a "curar", porque para mis padres, estaba enferma, y, se suponía, que con el tiempo y prohibiendo ciertas juntas, volvería a la "normalidad". Entonces, simplemente, me obligué a estar con un hombre, al principió no sentí nada, no era más que un juego, pero después lo disfrutaba, las caricias me resultaban placenteras, y eso estaba bien, era un signo de que todo estaba cambiando; y así estuve con varias personas, claramente, ninguna era mujer, me alejé totalmente de todo lo que reviviera aquel gusto por las mujeres. Pero en el momento "importante", no sentí nada, solo vacío e incomodidad. Después de un par de años, me di cuenta que realmente me estaba engañando, porque necesitaba de la aceptación, de la peor aceptación, de la mía, porque por causa de todas aquellas palabras, de todos los gritos, de todos los "me das asco" , me tragué aquella homofobia y la hice parte de mí.
Pero fallé, mis padres fallaron, mi familia falló y la sociedad también, nada pudo cambiarme, porque no estaba enferma, no existe una cura, y aquel intento violento de sanarme, me destruyó por completo, convirtiéndome en esto, en este montón de carne incapaz de sentir la vida.
Pero fallé, mis padres fallaron, mi familia falló y la sociedad también, nada pudo cambiarme, porque no estaba enferma, no existe una cura, y aquel intento violento de sanarme, me destruyó por completo, convirtiéndome en esto, en este montón de carne incapaz de sentir la vida.